Mañana martes
12 de febrero comparece Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo en
el Congreso de los Diputados. Esta
comparecencia se enmarca en medio de la crisis de la deuda europea y más
concretamente de la deuda española. El presidente del BCE viene a explicar sus
medidas de los últimos meses y la actuación del BCE para solucionar el problema
y asegurar la viabilidad del euro. Aunque es un buen gesto su comparecencia ya
que es voluntaria (solicitada por el grupo socialista pero no está obligado),
el hecho de que se vaya a hacer sin actas, taquígrafos y grabaciones en el
lugar en el que reside la soberanía popular, pone en duda su utilidad y
legitimidad. Esta es una entrada que tiene como objetivo poner en antecedentes
la comparecencia de Draghi, analizando posteriormente en otras, lo que
trascienda de ella, aunque para rebajar expectativas Draghi ha afirmado que
viene a escuchar.
Empecemos con
un poco de historia. Mario Draghi es un economista italiano cuya carrera
comprende entre otras, ser gobernador del Banco de Italia en el periodo
2006-2009, también en la ejecutiva del Banco Mundial y pertenecer a Goldman
Sachs, el cuarto banco de inversión del mundo. Desde el 1 de noviembre de 2011
es presidente del Banco Central Europeo, la máxima autoridad encargada de la
política monetaria de los 17 estados miembros de la Eurozona. El objetivo
principal del BCE es mantener la estabilidad de precios en la zona euro, es
decir, mantener la inflación en niveles bajos (se eligió alrededor del 2%).
El principal instrumento utilizado para el control de la inflación es la
fijación del tipo de interés. El objetivo de la estabilidad de precios lo comparte
con otros bancos centrales, pero además, algunos como la Reserva Federal de
EE.UU. tienen entre sus objetivos principales mantener un crecimiento estable
de la economía. El que los tratados europeos no hayan incluido este objetivo en
el BCE es una de las posibles explicaciones de lo que, a mi entender, han sido
una serie de medidas erróneas por parte del BCE.
Draghi llegó
al puesto en 2011 sucediendo a Jean-Claude Trichet. Se esperaba con optimismo
el cambio de presidente debido al inmovilismo al que se acusaba a su predecesor,
que tardó en actuar contra la crisis y rebajar los tipos. Los errores de
Trichet fueron tanto de lentitud como diagnóstico de la crisis, ya que erró
estrepitosamente al subir los tipos de interés en julio de 2008 y abril de 2011.
Aquí tenemos una muestra de la influencia de no incluir el objetivo del
crecimiento económico en el BCE, ya que estas subidas se dieron por miedos a
tensiones inflacionistas, cuando en realidad para fomentar la actividad
económica y disminuir los efectos de la crisis, se aconsejaban medidas en
sentido contrario. El otro error grave del BCE viene aún de más atrás. Este
consistió en que durante el periodo de bonanza general, el BCE mantuvo un tipo
de interés bajo, a niveles que fomentaba el crecimiento de economías como
Francia y Alemania (más en el caso de ésta que sufrió una crisis, aunque ahora
parezcan la perfección) pero descuidaba a las economías del sur, cuyos índices
de inflación indicaban la necesidad de subir el tipo de interés y haber
detenido así la consiguiente burbuja inmobiliaria. Este error se debe
principalmente a las relaciones de poder de la UE, en dónde, el peso de
Alemania es muy fuerte y puede desequilibrar la balanza a la hora de tomar
decisiones.
Pues bien, la
llegada de Draghi fue lo que se esperaba y se tradujo en una intervención más
decidida para atajar la crisis. El tipo de interés bajó del 1,5% cuando llegó
al 0,75% de la actualidad. Además de esto, se ha tenido que enfrentar en 2012 a
todas las dudas generadas sobre el euro y su posible desaparición en 2012. Ya
entrados en 2013 esta situación parece aliviada tras asegurar Draghi que haría
todo lo necesario para asegurar la viabilidad del euro, afirmando que
intervendría en los mercados para relajar las tensiones sobre la deuda de
países amenazados como pueden ser Italia y España. Esta determinación ha
relajado a los mercados, al menos de momento, y ha alejado la posibilidad de la
desaparición del euro.
A pesar de
todo esto, existen también cosas a cambiar o mejorar. Expertos afirman que la
bajada de tipos de interés puede ser mayor, por ejemplo, el tipo de interés fijado por la Reserva Federal americana es de 0,25% y el el del Banco de Inglaterra es 0,50%. Además no
se ha conseguido el objetivo de reactivar el crédito y es aquí en las medidas
con los bancos dónde creo que Draghi ha cometido sus mayores errores. Estando
de acuerdo también en la bajada de tipos mayor, en el haber principal de su
mandato está no conseguir que el dinero que se ha inyectado a las entidades
financieras haya recaído en los consumidores finales y en las empresas,
activando así el crédito y la actividad económica. Es más, gran parte de las
inyecciones de liquidez del BCE han sido utilizados por los bancos para
depositarse en el propio BCE o comprar deuda pública de los estados, realizando así un "negocio redondo" como explicaba en esta anterior entrada de mi blog. En
esta línea el BCE debiera tomar una medida en dos sentidos que obligara a las
entidades financieras a hacer llegar esa liquidez a la economía productiva y a
su vez asegurar la financiación de los estados. Esta segunda parte es la más
complicada de llevar a cabo ya que tiene la fuerte oposición de la ortodoxia
económica y Alemania, que debido a acontecimientos de su historia como la hiperinflación de los años 20, no quiere ni oír hablar de una financiación a
través de los bancos centrales, si no que los estados deben de acudir a los
mercados a endeudarse.
Pues bien, en
este contexto es en el que se presenta la comparecencia de mañana de Mario
Draghi, una comparecencia en la que echo de menos una mayor transparencia y el
que pudiera ser retransmitida, además
sospecho que a posteriori echaremos de menos la asunción de medidas concretas
para mejorar la situación como las que se han apuntado aquí.
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