No son extraños los cometarios hoy con el tema del dichoso cambio de hora: ¿se atrasa? ¿se adelanta? ¿dormimos más? Y así... En realidad para mí esto es una tontería, algo que hacemos todos los años con cierto romanticismo, una tradición, que cada seis meses nos explican en los telediarios.
En teoría este cambio se realiza por el ahorro energético, pero en realidad lo dudo bastante. Puede que en algún momento de la historia este cambio tuviera su razón de ser pero actualmente con los horarios comerciales y laborales que maneja la sociedad este ahorro no es tal. Por otro lado, si el factor de ahorro energético fuera tan significativo tendríamos que entrar a debatir si España se tiene que pasar entonces al horario de Londres, que es el que marca el meridiano de Greenwich que atraviesa España por el este, por tanto en tema de eficiencia energética sería el horario óptimo, incluso cabría también debatir si Galicia, más próximo al siguiente meridiano que a Greenwich debería tener una hora distinta a la del resto de España.
El cambio que en realidad es efectivo y no se afronta es el cambio de horario, pero no entendido como una hora arriba o abajo, si no un cambio en nuestras costumbres y horarios y conseguir por fin un horario más eficiente y que por fin permita conciliar la vida laboral con la vida familiar, más allá del trabajo. Lo que en realidad es un derroche energético es que entre la una del mediodía y las cuatro de la tarde, un gran número de trabajadores se muevan en vehículos cruzando las ciudades o acercándose a sus residencias en las afueras, para de las dos horas de descanso a mediodía pasar una en el trayecto de casa al trabajo y luego al revés. Hay que hacer un cambio radical, reunificar y racionalizar los horarios, tal vez entrar antes por las mañanas, que en los centros de trabajo se habiliten comedores, y el descanso para comer sea más temprano y de un periodo entre 30 minutos o una hora, para luego continuar con el trabajo y llegando la media tarde poder salir del trabajo y disfrutar de algo de tiempo libre. De esta forma conseguiríamos reducir muchos desplazamientos innecesarios, disfrutar de más tiempo trabajando las mismas horas.
Imaginemos el siguiente ejemplo: un trabajador que vive en una ciudad, trabaja en un polígono industrial en las afueras de su ciudad a unos 20 o 30 Km. Su horario sería un horario común de 9-14 y 16-19 horas. Al final este trabajador o pasa desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde ocupado por su trabajo (contando desplazamientos, tráfico…). Y además el trabajador a la hora del descanso para comer tiene que preguntarse: hacer 60 km para ir a comer a casa o comer en el trabajo y perder el tiempo (más de una hora) en su puesto de trabajo sin poder trabajar, sólo esperando a que empiece su turno de nuevo. No sería más normal un horario de 8 de la mañana a 16:30 o 17 horas, con un descanso para comer, y a partir de las 17 o 18 tener casi toda la tarde libre. Yo así lo creo. Con éste ejemplo vemos claramente cuál es el cambio de horario que se debe hacer y no la anécdota de darle vueltas a la rueda del reloj dos días al año. Está claro que no todas las situaciones se pueden homogeneizar, pero sí que es necesario un cambio de la sociedad en general (cambio que en toda Europa se ha dado) que permitiría mejorar nuestra calidad de vida.
Para terminar quiero recordar una frase de un profesor de instituto que tuve: “El horario español es el mejor para estar de vacaciones, pero es horrible para trabajar”. Como al final solemos estar de vacaciones un mes y trabajamos 11 el horario debería pensarse para esos 11 meses.