lunes, 2 de diciembre de 2013

Salvados: #GangaEspaña

                Como siempre la visión del programa Salvados me ha inspirado para escribir. Quizás me gustaría tener tiempo para un análisis más pormenorizado, pero de momento hay unas cuantas cosas que no quiero dejar pasar.
                En primer lugar coincido con uno de los primeros expertos que salen en el programa, que vino a confirmar lo que he repetido por las redes como Twitter hasta la saciedad. Todo empezó a raíz de un vídeo triunfalista en el que el presidente del Banco Santander, don Emilio Botín, venía a contarnos que España estaba siendo regada con dinero de inversión extranjera, que sobrara inversión. Rápidamente a este barco se montó el gobierno afirmando que estamos saliendo de la crisis. Obviamente que estamos saliendo, de la misma manera que cuando se coge el transiberiano, desde que sales de Moscú, pues ya estás llegando a Vladivostok. Además, lo que yo me cansaba de decir y el gobierno no dice, es que esa inversión tiene un carácter especulativo, temporal y de sobras es conocido por la profesión que este tipo de inversión deja muy poco resultado en la economía del país. Lo que hay que conseguir son inversiones con voluntad productiva, esas son las que quieren quedarse y ayudan a prosperar al país. Por tanto, sin triunfalismos, esto no va bien.
                Por otro lado, otro experto analizó el estado de Panrico. Bien, la conclusión que como economista tengo que sacar, es que un fondo extranjero compró una empresa familiar (esto de por si ni es bueno ni malo). Una de las medidas que la nueva dirección impone es la de limitar el reparto diario que se hacía de algunos productos. Esta decisión fue claramente errónea, puesto que dejaron de tener un producto competitivo, otras empresas coparon el mercado con un producto mejor y expulsaron a Panrico del mercado, reduciendo su cuota. Esto teóricamente no sería ni bueno ni malo tampoco, porque Panrico perdería trabajadores que las otras empresas están contratando al copar más mercado, pero en el caso del empleo no se comporta de una forma tan elástica (las plantas no tienen que estar en la misma zona, la gente no se traslada o tarda en hacerlo, etc) y tarda en cumplirse el refrán “las gallinas que entran por las que salen”. Dejando de un lado esto, lo importante para mí reside en el eterno debate de que gestión empresarial es mejor: familiar, privada, pública. Cierto espectro político nos está defendiendo a ultranza que la gestión privada es SIEMPRE mejor y eso no es cierto y hasta el presidente de la CEOE Juan Rosell lo dejó claro en una entrevista reciente. Ejemplos como estos son paradigmáticos y no existen pocos, la titularidad de la gestión de la empresa no es determinante para que la empresa sea eficiente o no, hay buena gestión privada, buena gestión pública y buena gestión familiar. Pero esto que es más que asumido, la maquinaria Neo-Con no nos la cuenta.

Ya para terminar, la entrevista más interesante del programa fue con el experto en fondos de inversión Ismael Clemente. Más allá de que muchos de sus comentarios son polémicos, tengo que decir que no debemos quedarnos con eso. En su forma clara de hablar, puedes estar de acuerdo o no en sus premisas, pero daba pie a muchos temas debatibles e incluso puntos de encuentro que se puedan tener (podríamos hablar de la reforma del IRPF que está en los cierto que tiene que recaudar más, y no por casualidad dijo IRPF y no IVA como se empeña el gobierno). Una situación similar me ocurrió con la entrevista a Joan Rosell, donde de sus palabras hasta se podría extraer la conclusión de que muchos políticos son “más papistas que el papa” que en este caso serían los empresarios. Esto me lleva a la conclusión de que en política se está perdiendo mucho el tiempo en posturas enconadas como “lo privado siempre es mejor” de Aguirre por citar a algunas. Lo verdaderamente productivo sería debatir con estas personas y llegar a entendimientos. Estoy seguro que se encontrarían puntos de encuentro y cosas a mejorar, mientras que la política de posturas encontradas y que nadie se mueve de su trinchera no nos va a llevar a nada. Me sería mucho más fácil concretar con Ismael Clemente o mismo con Joan Rosell la necesidad de que ciertos servicios tienen que seguir siendo públicos, que hacer cambiar de opinión a cualquier político enrocado en su ideario y que no se enteraría de ninguna de las razones que yo le doy, pero en vez de dudar de su ideario y hacer caso a la razón, seguirá repitiendo el papel que reparten en el partido.

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