domingo, 29 de diciembre de 2013

Hágase la luz… y la luz se hizo

   Este titular no sé si ha estado en prensa estos días pero era totalmente factible. No he podido escribir antes porque como soy un reflexivo empedernido, escribir cada entrada me lleva media tarde (ésta seguro que más) y este mes he tenido varias entregas de trabajos y exámenes, luego han llegado las fiestas y el volver a ver a familia y amigos se han llevado el resto del tiempo.
                
   Bien, como es lógico voy a hablar del tema de la subasta eléctrica, el precio de la luz y demás, pero antes hay que hacer un poco de pedagogía y explicar de qué estamos hablando porque el mercado de la energía no se ajusta para nada a un mercado tipo, y de ahí nace la justificación para que el estado tenga a este mercado regulado de manera diferente. Es más, esto es la causa por la que en muchos países e incluso en este país hasta no hace tantos años, es un monopolio del estado.

   Buena parte de lo que hace que este mercado sea diferente viene dado por las características del producto que comercializa, la electricidad. Aunque la técnica nos permite elaborar electricidad de múltiples maneras y en cantidades enormes, aún no sabemos casi nada de cómo almacenarla (como ejemplo tenéis la batería de vuestros smartphones y tablets). Al no poder almacenarla, el mercado de energía no es un mercado en el que se comercie con excedentes, sino que lo que se compra y se vende es la electricidad que se está generando y si se genera de más esta no puede ser guardada y comercializada en momentos donde se genere menos. Si fabrico coches y un mes hago 20.000 y vendo 15.000, las 5.000 primeras ventas que haga el mes siguiente serán los 5.000 que ya tenía fabricados y empezaré con la producción nueva al 5.001, pero como hemos visto con la energía no es así.
                
   Antes de seguir, un poco de historia. En 1996 el primer gobierno de Aznar lleva a cabo la privatización del sector. Pero además, debemos recordar el contexto: España incumplía el Tratado de Maastricht para formar parte del euro, en el nivel de inflación y de déficit público. En esa privatización es donde se establece que la fijación de precios mediante una subasta, pero además se toma otra medida. Debido a la inflación y obviamente a contentar al electorado y ganar votos, el gobierno congela el recibo de la luz, prometiéndole a las eléctricas que la diferencia entre el coste de producir energía y lo que las eléctricas cobren al consumidor, será una deuda que contraerá el estado y que pagará en diferido a las eléctricas, nace así el conocido déficit de tarifa. Con esto el gobierno controló el déficit para entrar en el euro, contentó a los votantes pero generó un problema en forma de deuda contraída y enviada al futuro, pero el futuro ya está aquí. Además, como en todo mercado, la fijación de precios por parte del estado sin tener en cuenta los costes de producción, produjo una enorme distorsión en el consumo, así como no es cierta la tan manida frase de que en España se vivió por encima de sus posibilidades, sí que consumió electricidad por encima de sus posibilidades. Al no subir el precio e ir aumentando el nivel de vida, la electricidad se convirtió en un bien comparativamente más barato que los demás, propiciando un consumo superior de lo que sería necesario. De ahí vienen errores como tarifas nocturnas en las que se ponía la calefacción aunque se abriese la ventana, teles y electrodomésticos que nadie se preocupaba de si consumían más o menos luz, plasmas, lavadoras para solo una camiseta o dos, etc. En esta línea también quiero decir que no me parece correcta la medida de una tarifa plana para la luz, una medida de la que hablan ahora como solución a la pobreza energética, sí que creo que se debe ayudar a quien no puede pagar este bien básico, pero la existencia de la tarifa plana causaría las mismas distorsiones en el consumo y provocaría un gasto energético mayor. Seguramente la ayuda más eficiente sea una transferencia directa para pagar la luz aquellos hogares con mayores dificultades.
                
   Esa electricidad barata, también sirvió para que se establecieran en nuestro país industrias muy intensivas en electricidad, que eran muy competitivas por tener ese coste de producción controlado. Todo ello generó un consumo alto de electricidad, por encima del eficiente.
                
   Este es el contexto, un producto que no sabemos almacenar si generamos excedente y con un precio que no está fijado por las leyes de mercado, está distorsionado, por tanto generando y aumentando el déficit de tarifa, que al final pagamos todos mediante carga a los presupuestos generales del estado. Este déficit creció tanto por el lado del consumo, como por el aumento del precio de la materia prima con la que se genera electricidad como es el petróleo.
                
   Pues bien una vez entendido esto ya estamos más cerca de llegar a entender que ha pasado con esta última subasta de la luz. Pero antes hay que hacer otra parada en cómo se genera en España la electricidad. Es un proceso que ha sufrido cambios desde el 96 hasta hoy, pero tras una reforma del gobierno Zapatero vendría a ser así:
                
   La electricidad se genera a través de las renovables (eólica, fotovoltaica e hidráulica), luego tenemos las nucleares, las centrales térmicas de carbón y las de ciclo combinado, que usan gas natural. Como ya hemos dicho, la electricidad no se almacena y como sois lectores inteligentes, sabéis que no siempre van a generar la misma cantidad de electricidad ya que algunas dependen de factores variables como el viento, el sol, el agua… Para ser más gráfico, yo y 5 personas tenemos que llenar una garrafa de 10 litros de agua, y para ello vamos a la fuente, alguno con una botella de 2l, otro de 1l, o de medio. Al final vamos aportando nuestra agua recogida hasta llegar a los 10l. Para la próxima vez nos intercambiamos las botellas y repetimos la operación, de tal forma que siempre llenamos los 10l pero lo que aporta cada uno es diferente cada vez. Pues algo así pasa con la electricidad, siempre se produce toda la que consume, pero la forma de producirla no siempre es igual ni en la misma proporción.

   Desde esta ley, se primó que en primer lugar se consumiría la energía que proviene de las renovables, además como estas tienen un coste de producción mayor, se subvencionó la generación de energía de estas fuentes (por motivos ambientales) y esto también aumentó el déficit tarifario; dentro de ellas cabe destacar, que una vez amortizado el coste de construcción, el coste de producir electricidad baja, es especialmente significativo en la hidroeléctrica, ya que con presas construidas por el franquismo, y con una materia prima gratuita como es el agua de los ríos, son las más rentables (su pero es que puede haber sequías y su producción baja). La eólica depende de la cantidad de viento que haya y es imprevisible, así que genera incertidumbre en el mercado, y la fotovoltaica se está descubriendo como una respuesta errónea, siendo difícil rentabilizar la inversión hecha. Con estas tenemos el primer aporte de electricidad, que como vemos es altamente variable debido a las condiciones atmosféricas.
   
   En segundo lugar entra la energía nuclear. Antes de nada cabe señalar la existencia del debate nucleares sí o no que hay en la sociedad, un debate un poco viciado y condicionado, puesto que aunque en España desaparezcan todas las centrales nucleares, el riesgo de un desastre no desaparece al momento, quedan los restos y residuos, y lo que es más importante, varias centrales al otro lado de los Pirineos (en Francia) que de sufrir algún problema, lo sufriríamos aquí también. En cuanto a la energía nuclear cabe decir que como la hidráulica, una vez amortizado el coste de la central, su producción es barata y lo que la hace capital, es que es una producción fija, podemos estimar siempre el nivel de producción que va a aportar al sistema y es la que sirve para compensar la incertidumbre de la primera componente.

   Luego en tercer lugar van las centrales térmicas que producen carbón. Esto de por sí daría lugar a otro post, pero intentaré resumir porque es importante para entender la magnitud del problema de la electricidad en su conjunto. Todos sabemos que al quemar carbón para producir electricidad se producen grandes emisiones de CO2 a la atmósfera, por lo tanto estas centrales no son recomendables. Por otro lado, España es productora de carbón (principalmente en Asturias y León) y parece un dato positivo, para reducir la dependencia energética del exterior, sin embargo es un desastre y la raíz de otro problema. EL carbón español es de muy mala calidad, produciendo poca electricidad y mucha contaminación, respecto de otros carbones importados del exterior. Ante esto, las centrales térmicas empezaron a comprar fuera carbón de mayor calidad calorífica y menos emisiones, lo que provocó el cierre de minas y paro entre los mineros. Ante esto los mineros se movilizaron (todos lo recordareis de las noticias) y consiguieron con la presión una de las medidas más erróneas que se pueden tomar, el gobierno obliga a consumir primero carbón español a las centrales térmicas. En principio nadie diría que es una medida mala, vemos las noticias, los mineros y sus problemas (que no los niego) y nos alegramos de que les den trabajo. Esto no me va a granjear muchas amistades asturianas (lugar que me encanta, por cierto), pero es una mala decisión y el economista y la lógica se tienen que imponer a los sentimientos. Por mantener el trabajo de unas  1000-2000 personas, que eso sí, han hecho una presión muy fuerte y reconocida, están todos los consumidores pagando un precio más alto por el producto y es más, como las emisiones de CO2 son mayores, incluso empeora la salud de todos. Lo siento, pero el carbón en España no es viable, hay que abandonar su producción y con ello no quiero decir que abandonen a los mineros y las zonas de minería a su suerte, pero el empleo en esas zonas tiene que venir de otros ámbitos, si no lo que se traduce es en que el resto del estado está subvencionando a todo un sector, perdiendo dinero para que alguno mantenga su sueldo. Resulta más barato y eficiente comprar el carbón de mayor calidad.

   En cuarto lugar y ya por último están las centrales de ciclo combinado. Estas centrales utilizan gas natural para generar energía. Son eficientes y menos contaminantes que las que utilizan petróleo. Fueron la clara apuesta en los últimos años, tanto por gobiernos del PSOE como del PP. Pero al ser las últimas que aportan al sistema, muchas veces se ven obligadas a trabajar por debajo de su capacidad, no siendo necesaria mucha de la capacidad energética que podrían fabricar. Así que solemos tener parte de estas centrales infrautilizadas, lo que se traduce en mayores costes. Además trabajan con materia prima importada, el gas, y depende de las variaciones de precios internacionales. Añadido que con la crisis, el consumo eléctrico ha bajado y España tiene sobrecapacidad de generación en algunos momentos, y estas centrales están paradas.
   
   Este es el contexto general del mercado eléctrico en España. Ahora vamos a lo que ha pasado este último trimestre (las subastas se realizan cada 3 meses y se establece el precio para los 3 meses siguientes). A la subasta se presentan las empresas que generan electricidad de las maneras explicadas y con sus diferentes precios de generación, de ahí sale el precio que pagamos por toda la electricidad, por tanto es obvio que el precio va a depender de que fuente energética esté aportando más o menos. En esta última subasta, confluyeron dos factores:
·         El meteorológico. Estaba siendo un invierno seco y sin viento, por tanto el aporte de las renovables era bajo, lo que provocó un uso mayor del esperado de las centrales de ciclo combinado que ante este aumento inesperado de su uso han tenido que comprar más gas natural, en un contexto en el que todo el mundo tenía que comprar gas (es invierno, calefacciones de gas natural, etc) y el precio sube.
·         El político. Estamos a punto de cerrar el año fiscal y el gobierno tiene el problema de que va a superar su previsión de déficit, por tanto en noviembre anunció que no se iba a hacer cargo de los 3.000 millones que le tocaba pagar a las eléctricas en concepto de déficit de tarifa que asciende ya a más de 30.000. Desde entonces, las eléctricas, empezaron a usar lo que estaba en su mano para inflar el precio de la subasta y así cobrar esos 3.000 millones a través de la factura al consumidor (ojo, el consumidor y el contribuyente es la misma persona, al final pagaremos los mismos lo mismo) y de ahí vino la suspensión de la subasta de diciembre.

   Con todo esto ya va siendo hora de sacar conclusiones. Seguramente la subasta está bien anulada puesto que no se han producido las condiciones para que fuera legal. Pero el problema no está para nada solucionado con la subida del 2,3% del gobierno. Es más, seguramente provoque un aumento del déficit de tarifa que provocará o un aumento del precio en la subasta de abril o que el estado tendrá que hacer frente mediante la deuda pública y entonces lo pagaremos vía impuestos (como apuntaba ayer José Carlos Díez en La Sexta Noche), pero lo siento amigos, pero se pagará. Resumiendo, los problemas son:

  •     El precio distorsionado durante décadas produjo un consumo mayor del eficiente y el aumento del déficit tarifario.
  • -          La apuesta (yo creo que correcta) por las renovables genera inestabilidad en el sistema y que España tenga que comprar energía a precio caro, en momentos de escasez de factores meteorológicos.
  • -          La moratoria nuclear reduce el peso de la energía nuclear, una de las más baratas y constantes.
  • -          La poca transparencia del gobierno con las empresas eléctricas. Un extraño oscurantismo rodea a estas empresas, empresas que contratan a políticos, seguramente, como pago de otros favores; unido que al coincidir las empresas generadoras de electricidad con las comercializadoras, éstas no tienen ningún interés en difundir el coste de generación de la energía en cada caso, dando solo un dato general.
  • -          Motivos políticos y de presión que hacen que por apaciguar a unos mineros, muy representativos eso sí,  que consiguen muchos apoyos entre la gente, seguramente porque nadie les ha explicado lo que pagan más en su factura por mantener  el consumo de un carbón ineficiente. Por tanto el gobierno toma la errónea decisión de subvencionar este sector.

   La verdad que viendo que muchos de los problemas del mercado eléctrico vienen generados por la intervención (mala) del estado, uno se siente tentado a dar la razón a los neo-con y decir que casi mejor que el estado no intervenga que solo perjudica las cosas. Pero aún no nos rindamos, el verdadero problema es una mala regulación que viene determinada por servir a unos grupos muy determinados e intereses muy determinados (hoy de las empresas eléctricas y antes del gobierno por perpetuarse en el poder o entrar en el euro) que ha llevado a decisiones erróneas y generar problemas que hoy tienen difícil solución. La futura regulación debería pasar por introducir medidas que favorezcan la transparencia en el sector (auditoria externa), que haya una competencia real entre empresas que implique una bajada del coste de generación de energía, que se elimine la norma del carbón español (obviamente acompañada de otras medidas para impulsar el empleo en esas zonas), el reconocimiento del déficit de tarifa y su pago pero en un futuro, pero siempre siempre hay que tener presente que el precio reflejado de la energía tiene que ser el que cueste realmente producirla, para no volver a caer en el problema de volver a despilfarrar electricidad por tener un reflejo que no era real para el consumidor, el precio. Esto todo no es algo que se haga en dos días, por eso aventuro que para la próxima subasta estaremos hablando de más de lo mismo.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Salvados: #GangaEspaña

                Como siempre la visión del programa Salvados me ha inspirado para escribir. Quizás me gustaría tener tiempo para un análisis más pormenorizado, pero de momento hay unas cuantas cosas que no quiero dejar pasar.
                En primer lugar coincido con uno de los primeros expertos que salen en el programa, que vino a confirmar lo que he repetido por las redes como Twitter hasta la saciedad. Todo empezó a raíz de un vídeo triunfalista en el que el presidente del Banco Santander, don Emilio Botín, venía a contarnos que España estaba siendo regada con dinero de inversión extranjera, que sobrara inversión. Rápidamente a este barco se montó el gobierno afirmando que estamos saliendo de la crisis. Obviamente que estamos saliendo, de la misma manera que cuando se coge el transiberiano, desde que sales de Moscú, pues ya estás llegando a Vladivostok. Además, lo que yo me cansaba de decir y el gobierno no dice, es que esa inversión tiene un carácter especulativo, temporal y de sobras es conocido por la profesión que este tipo de inversión deja muy poco resultado en la economía del país. Lo que hay que conseguir son inversiones con voluntad productiva, esas son las que quieren quedarse y ayudan a prosperar al país. Por tanto, sin triunfalismos, esto no va bien.
                Por otro lado, otro experto analizó el estado de Panrico. Bien, la conclusión que como economista tengo que sacar, es que un fondo extranjero compró una empresa familiar (esto de por si ni es bueno ni malo). Una de las medidas que la nueva dirección impone es la de limitar el reparto diario que se hacía de algunos productos. Esta decisión fue claramente errónea, puesto que dejaron de tener un producto competitivo, otras empresas coparon el mercado con un producto mejor y expulsaron a Panrico del mercado, reduciendo su cuota. Esto teóricamente no sería ni bueno ni malo tampoco, porque Panrico perdería trabajadores que las otras empresas están contratando al copar más mercado, pero en el caso del empleo no se comporta de una forma tan elástica (las plantas no tienen que estar en la misma zona, la gente no se traslada o tarda en hacerlo, etc) y tarda en cumplirse el refrán “las gallinas que entran por las que salen”. Dejando de un lado esto, lo importante para mí reside en el eterno debate de que gestión empresarial es mejor: familiar, privada, pública. Cierto espectro político nos está defendiendo a ultranza que la gestión privada es SIEMPRE mejor y eso no es cierto y hasta el presidente de la CEOE Juan Rosell lo dejó claro en una entrevista reciente. Ejemplos como estos son paradigmáticos y no existen pocos, la titularidad de la gestión de la empresa no es determinante para que la empresa sea eficiente o no, hay buena gestión privada, buena gestión pública y buena gestión familiar. Pero esto que es más que asumido, la maquinaria Neo-Con no nos la cuenta.

Ya para terminar, la entrevista más interesante del programa fue con el experto en fondos de inversión Ismael Clemente. Más allá de que muchos de sus comentarios son polémicos, tengo que decir que no debemos quedarnos con eso. En su forma clara de hablar, puedes estar de acuerdo o no en sus premisas, pero daba pie a muchos temas debatibles e incluso puntos de encuentro que se puedan tener (podríamos hablar de la reforma del IRPF que está en los cierto que tiene que recaudar más, y no por casualidad dijo IRPF y no IVA como se empeña el gobierno). Una situación similar me ocurrió con la entrevista a Joan Rosell, donde de sus palabras hasta se podría extraer la conclusión de que muchos políticos son “más papistas que el papa” que en este caso serían los empresarios. Esto me lleva a la conclusión de que en política se está perdiendo mucho el tiempo en posturas enconadas como “lo privado siempre es mejor” de Aguirre por citar a algunas. Lo verdaderamente productivo sería debatir con estas personas y llegar a entendimientos. Estoy seguro que se encontrarían puntos de encuentro y cosas a mejorar, mientras que la política de posturas encontradas y que nadie se mueve de su trinchera no nos va a llevar a nada. Me sería mucho más fácil concretar con Ismael Clemente o mismo con Joan Rosell la necesidad de que ciertos servicios tienen que seguir siendo públicos, que hacer cambiar de opinión a cualquier político enrocado en su ideario y que no se enteraría de ninguna de las razones que yo le doy, pero en vez de dudar de su ideario y hacer caso a la razón, seguirá repitiendo el papel que reparten en el partido.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Un comportamiento económico curioso: Potlatch

   En medio de mis nuevos exámenes me he topado con una cosa que estudiar, que en principio atenta contra toda lógica económica adquirida durante años en la facultad de economía. En realidad va a ser un experimento curiosos, porque ahora os explico lo que pienso acerca de ese caso, usando, por así decirlo, mi manual de economía, la forma de pensar adquirida en 5 años de carrera; pero, como el tema me ha llamado la atención, estoy empezando a leer un libro de Marshall Sahlins: Economía de la Edad de Piedra, y hojeando algún otro más, puede ser que mi percepción después de profundizar el tema, cambie y en ese caso lo contaría aquí también.

   Entremos en materia. Lo que me ha llamado poderosamente la atención es el concepto del Potlatch, que consiste en una ceremonia que celebraban los pueblos indios localizados en el noreste de Norteamérica. En esta ceremonia se produce una especie de despilfarro competitivo en el que el individuo intenta ganar prestigio con el donar o destruír un montón de bienes o recursos, más que el rival, llegando a concluir los antropólogos, que incluso puede llegar a destruir su casa, como muestra de ese poder, para volverla a reconstruir.

   Como ya se ha dicho en este blog, sigo la premisa de mi profesor que nos repetía hasta la saciedad: “la economía es la ciencia que explica por qué bajamos a la cafetería y tomamos un café” y para ello utilizamos conceptos como la maximización de la utilidad, dentro de nuestra restricción presupuestaria y de recursos existentes. Pues bien, estas herramientas no nos sirven para comprender el comportamiento en los Potlatch, puesto que parece que en su caso los recursos no son escasos, como presumimos siempre, o que su forma de maximizar utilidad seria destruyendo cosas, lo que no somos capaces de entender: los bienes no serían “bienes” si no “males”.

   En estas me encontraba yo un poco inquieto por no encontrarle cierto sentido a esto, hasta que caí en un concepto también mostrado por el mismo profesor, que sí me sirve para al menos, darle cierto sentido. Estoy hablando de la regla de decisión racional, los economistas, y más concretamente los actuales, estamos seguros (aunque con este caso ya lo dudaba) de que los individuos somos racionales y que tomamos decisiones con siguiendo la siguiente regla: realizo la actividad X si los beneficios que me reporta son mayores que los costes de realizarla. Bien tenemos esta regla y la aplicamos: me compro esos pantalones porque el beneficio (utilidad de llevarlos, evitar el frío, marcar que uso una determinada marca o estilo) son mayores que los costes (el precio, pero hay que ser consciente también del concepto coste de oportunidad, al comprarme este pantalón estoy dejando de comprar otro u otras cosas por ese valor). Esta regla, aunque a primera vista lo parece, no solo es aplicable para cuando hablamos en términos monetarios coste-beneficio. En el caso de dar limosna, o donar un dinero a una ONG cumple también la regla, solo que en ese caso los beneficios se considerarían algo inmaterial, una satisfacción personal o una transmisión de beneficio, estoy donando para que otro disfrute de ese dinero.

   Bien, Iván, ¿pero qué cojones nos estás contando? Pues es por aquí por dónde yo encuentro explicación al comportamiento en el caso del Potlatch, es decir, el beneficio que le proporcionaba ese despilfarro, gastar por gastar, incluso destrucción de cosas, pues era mayor al coste de conseguir las cosas (incluyendo el coste de oportunidad, es decir, los beneficios que deja de obtener por destruir las cosas en vez de usarlas). Esto nos deja claro que el prestigio es mucho más valorado que los bienes materiales, algo que parece muy difícil de entender en sociedades actuales, donde parece ir unido lo uno con lo otro.

   Una vez encontrado un rastro de racionalidad en el concepto, me dio por pensar si podemos observar algún comportamiento actual que se le parezca. En principio me parecía que no pero… ¿No os recuerdan a algunas excentricidades de gente famosa o con dinero? Simplemente por mostrar que son capaces de hacerlo, que tienen dinero que le sale por las orejas, hacen cosas que carecen totalmente de sentido, al estilo de encenderse puros con billetes de 100 dólares. Pero… ¿solo en el caso de esta gente poderosa? Acaso cuando pagamos a lo mejor 100 euros de diferencia porque el Mac sea negro en vez de blanco, aunque idénticos, ¿no estamos haciendo lo mismo? ¿O hay dos sudaderas iguales pero pagamos mucho más dinero si lleva el nombre de esas marcas que todos conocemos? Y así se pueden poner ejemplo con los coches, móviles y muchos más.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La desbrozadora del vecino, una externalidad negativa

Aunque anuncio que la entrada de hoy iba a llamarse “El diablo se viste de Zara” pues esa queda para la próxima, que irá referida a mi nueva faceta de estudiante de historiador-economista. Sin embargo, esta entrada la tenía pensada y el operario que se ha puesto a desbrozar el césped de la comisaría de aquí al lado ha desencadenado esto. Esto será un tema más económico, o no.

¿Qué es una externalidad? Es un concepto económico muy interesante que consiste en que muchas veces realizamos acciones que parecen individuales, que son elección de un solo individuo, pero esa acción tiene efecto en otras personas, en el conjunto de la sociedad, etc. Por ejemplo podemos hablar del fumar, un grupo de personas está en una habitación, una de ellas decide fumar, pero el efecto de fumar es para todos, puesto que la calidad del aire de todos empeora. Este sería un ejemplo de externalidad, negativa en concreto. Porque también existen externalidades positivas, cuando el efecto de la decisión individual incide de manera positiva en los demás. Siempre se ha considerado como ejemplo de esto la educación, el que una persona esté formada incide positivamente en la sociedad, puede ser tu médico del futuro, el que diseñe una nueva carretera o un votante más sensato o un consumidor de productos de mayor valor añadido. Es más, la mayoría de escuelas económicas defendían la intervención del estado para fomentar las externalidades positivas y eliminar las negativas. Es por ello que está justificada una educación y sanidad pública de calidad, puesto que los efectos para la sociedad son mayores que los individuales y por ello debe incentivarse. Un claro ejemplo de externalidad positiva es el sistema de vacunas, con la decisión individual de vacunarse, un individuo no solo se protege contra una enfermedad, si no que reduce el riesgo de contagio para todos los demás, por eso a todos nos interesa que se incentive la vacunación.

¿Y esto que tiene que ver con el vecino y su desbrozadora? Pues bien, el ruido que provoca el vecino al desbrozar su finca es una externalidad negativa, puesto que está molestando a todos los vecinos del edificio colindante (lo mismo cuando se pone a asar sardinas en su finca en pleno julio, o la vecina de arriba con la aspiradora) y normalmente son los domingos por la mañana, cuando algunos duermen después de un agotador fin de semana. Pues bien, para casos como estos la economía tiene una solución que haga que la situación resultante sea más eficiente y satisfactoria para todos. Se trata del Teorema de Coase, que recibe el nombre de su autor, el premio nobel de economía Ronald Coase. Este teorema dice que bajo unos supuestos, con la existencia de un mercado habría una negociación entre el poseedor del derecho y el que no y el resultado resultante sería más eficiente. Con otro ejemplo es más fácil. Pensemos en la situación de la actual ley antitabaco, no se puede fumar en los bares, en el caso del teorema de Coase sería que los titulares de los derechos serían los no fumadores. Puede ser que en un bar estemos 4 personas, tres de ellas tienen tantas ganas de fumar y fuera llueve, que estarían dispuestas a darle 1€ cada uno al no fumador porque les permitan fumar. El no fumador obtendría 3€. Si valora el aire limpio en menos de 3€ pues la negociación se producirá y él recibe el dinero mientras que los fumadores fuman e incrementan su bienestar; si lo valora en más de 3€ la situación queda igual. Con este sencillo sistema aplicado a muchos de estos casos se mejoraría la eficiencia y satisfacción de todos. Lo que ocurre es que el supuesto que pide el teorema no se cumple, que es el de que existan bajos costes de transacción, es decir, que el que exista la negociación y los costes derivados sean “baratos”.

Volvamos al tema de la desbrozadora. Yo y vosotros, aves nocturnas, tal vez le tiraríais un euro al vecino para que guarde la desbrozadora a las 10 de la mañana de un domingo y si es en una finca colindante con un edificio, el vecino se saca unos 10 euros y ya desbrozará por la tarde, pero la existencia de un mercado donde se diera ese intercambio y una legalidad jurídica que lo amparase haría los costes de transacción fueran más altos que la mejora que se da. Pero he aquí, que mí pasión por las series y la lectura ha encendido la bombilla de mi cabeza. En el segundo capítulo de la serie Black Mirror, todos los individuos están conectados y controlados por un sistema, al modo del Gran Hermano de 1984 de George Orwell, en el que pagan con “créditos” las cosas más variopintas, como por ejemplo, saltarse la publicidad de su programa de TV. Pues bien, si existiera este ente, los costes de transacción, que impiden que el teorema de Coase se cumpla en muchos momentos, tenderían a cero, ya que todos estaríamos conectados en red, y podríamos negociar, sumar lo que todos los vecinos del edificio aportaríamos para que el de abajo no arranque la desbrozadora y saber cuánto está dispuesto a recibir él por no arrancarla (suponiendo que el derecho a pasarla lo tiene atribuido, en el otro caso sería cuanto aceptaríamos por dejarle pasar la máquina). Esto que parece una quimera, es algo que creo que Google nos dará en no mucho tiempo, y veríamos como una innovación que en principio no tiene nada que ver con lo económico, haría de ello un sistema económico más eficiente, aumentando el bienestar de todos, porque todas las decisiones individuales que tienen un efecto positivo para otros se tomarían valorando esa satisfacción extra que se producen, y las negativas estarían condicionadas por los efectos negativos que producen, como en el caso de la contaminación, una empresa contaminante tendría que negociar con todos aquellos ciudadanos a los que contamina, con lo cual a lo mejor le saldría más barato utilizar un sistema que no contaminase. En definitiva, habría mejoras de eficiencia y bienestar generales. Y sobre todo, podría dormir los domingos por la mañana sin ruidos infernales.

jueves, 24 de octubre de 2013

La historia, la economía y cosas varias. Un nuevo blog


Llevo un tiempo queriendo retomar este sitio para soltar mis pensamientos, pero esperaba a tener la oportunidad de darle un vuelvo y explicar también estos cambios. Ahora además de economista, me he metido a ser historiador y buscaba un tema para aunar estos dos conceptos y adelantaros que a partir de ahora el blog será un poco más multidisciplinar, aún primará la economía puesto que soy aún historiador de nuevo cuño pero veréis que todo tiene relación. Además aprovecharé este miniaperturismo, para hacer ya una apertura total y cosas que me gustan como el cine, las series, mi bicicleta y demás irán teniendo cabida en este espacio.


Pues bien, el tema de la entrada surgió en clase, con un fragmento de la película Los dioses deben de estar locos. En la parte inicial, primeros 9 minutos, podemos ver lo que llamaremos el incidente de la botella. El objetivo de este vídeo en clase es mostrar como vemos tradicionalmente a estas sociedades tribales, como algo atrasado, que no ha evolucionado, que no está civilizado, pero sin embargo si nos quitamos nuestro traje etnocéntrico y pensamos que para ellos el estrés les es algo desconocido, que para conseguir su alimento y medio de vida dedican sólo unas horas del día y demás, a lo mejor pensamos que lo civilizado sólo ha sido un ir hacia peor. Pues además de esta visión, para mí, economista, el tema a tratar es la escasez. Como se puede ver en el vídeo, el conflicto empieza cuando tienen una botella y todos la quieren usar, nace un problema de índole económico. Hasta ahora no tenían problema, puesto que podían satisfacer todas sus necesidades con su entorno es, no había ningún bien escaso. En tal situación los economistas seríamos algo tan inservible como una cerilla en el infierno, puesto que nuestro valor nace en el momento en que algo es escaso, como individuos tenemos que elegir entre una serie de bienes y servicios que no son ilimitados y en esa elección es donde entramos los economistas, en la forma en que se distribuyen esos bienes. Recuerdo un profesor que decía algo así como que si las elecciones fuesen entre tomar 100 mariscadas o 100 viajes al caribe, tampoco habría economía ni economistas, así que el problema es la escasez.

Un economista no estudia el aire, cuanto aire respiramos, y quien lo respira, ni de qué manera ya que entendemos que el aire es algo ilimitado que tenemos. Siendo estricto, ya empieza a haber debate, ya que al ser algo considerado de todos y libre se ha contaminado, reduciendo así su calidad, hasta llegar a conceder derechos de emisión, que no es más que un derecho sobre el aire, algo impensable 50 años atrás; pero por simplificar tomaremos la concepción clásica del aire, que además será la que todos tengamos más asumida. Pues bien, el caso de los protagonistas del incidente de la botella es eso, que para ellos, todo lo que necesitaban era como para nosotros el aire, algo ilimitado, que usaban y que no había disputa puesto que sobraba para todos. Llega un momento en que todos quieren poseer un bien, que además es un bien que si uno usa otro no puede usar (al contrario que pasa con el aire, el que yo respire no impide que tú puedas respirar) y que el bien se puede guardar. El choque que perciben es enorme, ya que no tienen ningún concepto de la propiedad, ni de cómo gestionar algo que es escaso.

         Este choque, es lo que tuvo que ocurrir en el Neolítico. De repente, los individuos podían acumular bienes, unos bienes que serían escasos para otros, dando lugar a un intercambio. Desde este nacimiento tan lejano en el tiempo, la economía lleva siglos, milenios intentando resolver los conflictos derivados, hasta hoy, sin llegar a una solución satisfactoria para todos. Aunque lo que la sociedad asocia con economía: bancos, la bolsa, política… parezca tan alejado de esto que os cuento, es absolutamente lo mismo, son cosas que nacen de la resolución del conflicto. La economía es una ciencia donde las preguntas son siempre las mismas ¿Qué producir? ¿Cómo producirlo? ¿Para quién producir? Pero lo que ha variado a lo largo de la historia son las respuestas que se han dado. Como veis, si no existiese la escasez, sería fácil responder a las preguntas, pues todos tendríamos de todo. A su vez, el vídeo me despierta más cosas que podríamos comentar, como si ¿las necesidades existen o nos las inventamos? ¿qué es verdaderamente necesario para subsistir? Y muchas más, pero eso lo dejaremos para próximos episodios, o mejor aún, a ver si surgen de vuestros comentarios.