Este
titular no sé si ha estado en prensa estos días pero era totalmente factible.
No he podido escribir antes porque como soy un reflexivo empedernido, escribir
cada entrada me lleva media tarde (ésta seguro que más) y este mes he tenido
varias entregas de trabajos y exámenes, luego han llegado las fiestas y el
volver a ver a familia y amigos se han llevado el resto del tiempo.
Bien,
como es lógico voy a hablar del tema de la subasta eléctrica, el precio de la
luz y demás, pero antes hay que hacer un poco de pedagogía y explicar de qué
estamos hablando porque el mercado de la energía no se ajusta para nada a un
mercado tipo, y de ahí nace la justificación para que el estado tenga a este
mercado regulado de manera diferente. Es más, esto es la causa por la que en
muchos países e incluso en este país hasta no hace tantos años, es un monopolio
del estado.
Buena
parte de lo que hace que este mercado sea diferente viene dado por las
características del producto que comercializa, la electricidad. Aunque la
técnica nos permite elaborar electricidad de múltiples maneras y en cantidades
enormes, aún no sabemos casi nada de cómo almacenarla (como ejemplo tenéis la
batería de vuestros smartphones y tablets). Al no poder almacenarla, el mercado
de energía no es un mercado en el que se comercie con excedentes, sino que lo
que se compra y se vende es la electricidad que se está generando y si se
genera de más esta no puede ser guardada y comercializada en momentos donde se
genere menos. Si fabrico coches y un mes hago 20.000 y vendo 15.000, las 5.000
primeras ventas que haga el mes siguiente serán los 5.000 que ya tenía
fabricados y empezaré con la producción nueva al 5.001, pero como hemos visto
con la energía no es así.
Antes
de seguir, un poco de historia. En 1996 el primer gobierno de Aznar lleva a
cabo la privatización del sector. Pero además, debemos recordar el contexto:
España incumplía el Tratado de Maastricht para formar parte del euro, en el
nivel de inflación y de déficit público. En esa privatización es donde se
establece que la fijación de precios mediante una subasta, pero además se toma
otra medida. Debido a la inflación y obviamente a contentar al electorado y
ganar votos, el gobierno congela el recibo de la luz, prometiéndole a las
eléctricas que la diferencia entre el coste de producir energía y lo que las
eléctricas cobren al consumidor, será una deuda que contraerá el estado y que
pagará en diferido a las eléctricas, nace así el conocido déficit de tarifa.
Con esto el gobierno controló el déficit para entrar en el euro, contentó a los
votantes pero generó un problema en forma de deuda contraída y enviada al
futuro, pero el futuro ya está aquí. Además, como en todo mercado, la fijación
de precios por parte del estado sin tener en cuenta los costes de producción,
produjo una enorme distorsión en el consumo, así como no es cierta la tan
manida frase de que en España se vivió por encima de sus posibilidades, sí que
consumió electricidad por encima de sus posibilidades. Al no subir el precio e
ir aumentando el nivel de vida, la electricidad se convirtió en un bien
comparativamente más barato que los demás, propiciando un consumo superior de
lo que sería necesario. De ahí vienen errores como tarifas nocturnas en las que
se ponía la calefacción aunque se abriese la ventana, teles y electrodomésticos
que nadie se preocupaba de si consumían más o menos luz, plasmas, lavadoras
para solo una camiseta o dos, etc. En esta línea también quiero decir que no me
parece correcta la medida de una tarifa plana para la luz, una medida de la que
hablan ahora como solución a la pobreza energética, sí que creo que se debe
ayudar a quien no puede pagar este bien básico, pero la existencia de la tarifa
plana causaría las mismas distorsiones en el consumo y provocaría un gasto
energético mayor. Seguramente la ayuda más eficiente sea una transferencia directa
para pagar la luz aquellos hogares con mayores dificultades.
Esa
electricidad barata, también sirvió para que se establecieran en nuestro país industrias
muy intensivas en electricidad, que eran muy competitivas por tener ese coste
de producción controlado. Todo ello generó un consumo alto de electricidad, por
encima del eficiente.
Este
es el contexto, un producto que no sabemos almacenar si generamos excedente y
con un precio que no está fijado por las leyes de mercado, está distorsionado,
por tanto generando y aumentando el déficit de tarifa, que al final pagamos
todos mediante carga a los presupuestos generales del estado. Este déficit
creció tanto por el lado del consumo, como por el aumento del precio de la
materia prima con la que se genera electricidad como es el petróleo.
Pues
bien una vez entendido esto ya estamos más cerca de llegar a entender que ha
pasado con esta última subasta de la luz. Pero antes hay que hacer otra parada
en cómo se genera en España la electricidad. Es un proceso que ha sufrido
cambios desde el 96 hasta hoy, pero tras una reforma del gobierno Zapatero
vendría a ser así:
La
electricidad se genera a través de las renovables (eólica, fotovoltaica e
hidráulica), luego tenemos las nucleares, las centrales térmicas de carbón y
las de ciclo combinado, que usan gas natural. Como ya hemos dicho, la
electricidad no se almacena y como sois lectores inteligentes, sabéis que no
siempre van a generar la misma cantidad de electricidad ya que algunas dependen
de factores variables como el viento, el sol, el agua… Para ser más gráfico, yo
y 5 personas tenemos que llenar una garrafa de 10 litros de agua, y para ello
vamos a la fuente, alguno con una botella de 2l, otro de 1l, o de medio. Al
final vamos aportando nuestra agua recogida hasta llegar a los 10l. Para la
próxima vez nos intercambiamos las botellas y repetimos la operación, de tal
forma que siempre llenamos los 10l pero lo que aporta cada uno es diferente
cada vez. Pues algo así pasa con la electricidad, siempre se produce toda la
que consume, pero la forma de producirla no siempre es igual ni en la misma
proporción.
Desde esta
ley, se primó que en primer lugar se consumiría la energía que proviene de las
renovables, además como estas tienen un coste de producción mayor, se subvencionó
la generación de energía de estas fuentes (por motivos ambientales) y esto
también aumentó el déficit tarifario; dentro de ellas cabe destacar, que una
vez amortizado el coste de construcción, el coste de producir electricidad
baja, es especialmente significativo en la hidroeléctrica, ya que con presas
construidas por el franquismo, y con una materia prima gratuita como es el agua
de los ríos, son las más rentables (su pero es que puede haber sequías y su
producción baja). La eólica depende de la cantidad de viento que haya y es
imprevisible, así que genera incertidumbre en el mercado, y la fotovoltaica se
está descubriendo como una respuesta errónea, siendo difícil rentabilizar la
inversión hecha. Con estas tenemos el primer aporte de electricidad, que como
vemos es altamente variable debido a las condiciones atmosféricas.
En segundo
lugar entra la energía nuclear. Antes de nada cabe señalar la existencia del
debate nucleares sí o no que hay en la sociedad, un debate un poco viciado y
condicionado, puesto que aunque en España desaparezcan todas las centrales
nucleares, el riesgo de un desastre no desaparece al momento, quedan los restos
y residuos, y lo que es más importante, varias centrales al otro lado de los
Pirineos (en Francia) que de sufrir algún problema, lo sufriríamos aquí
también. En cuanto a la energía nuclear cabe decir que como la hidráulica, una
vez amortizado el coste de la central, su producción es barata y lo que la hace
capital, es que es una producción fija, podemos estimar siempre el nivel de
producción que va a aportar al sistema y es la que sirve para compensar la
incertidumbre de la primera componente.
Luego en
tercer lugar van las centrales térmicas que producen carbón. Esto de por sí
daría lugar a otro post, pero intentaré resumir porque es importante para
entender la magnitud del problema de la electricidad en su conjunto. Todos
sabemos que al quemar carbón para producir electricidad se producen grandes
emisiones de CO2 a la atmósfera, por lo tanto estas centrales no son recomendables.
Por otro lado, España es productora de carbón (principalmente en Asturias y
León) y parece un dato positivo, para reducir la dependencia energética del
exterior, sin embargo es un desastre y la raíz de otro problema. EL carbón
español es de muy mala calidad, produciendo poca electricidad y mucha
contaminación, respecto de otros carbones importados del exterior. Ante esto,
las centrales térmicas empezaron a comprar fuera carbón de mayor calidad
calorífica y menos emisiones, lo que provocó el cierre de minas y paro entre
los mineros. Ante esto los mineros se movilizaron (todos lo recordareis de las
noticias) y consiguieron con la presión una de las medidas más erróneas que se
pueden tomar, el gobierno obliga a consumir primero carbón español a las centrales
térmicas. En principio nadie diría que es una medida mala, vemos las noticias,
los mineros y sus problemas (que no los niego) y nos alegramos de que les den
trabajo. Esto no me va a granjear muchas amistades asturianas (lugar que me
encanta, por cierto), pero es una mala decisión y el economista y la lógica se
tienen que imponer a los sentimientos. Por mantener el trabajo de unas 1000-2000 personas, que eso sí, han hecho una
presión muy fuerte y reconocida, están todos los consumidores pagando un precio
más alto por el producto y es más, como las emisiones de CO2 son mayores,
incluso empeora la salud de todos. Lo siento, pero el carbón en España no es viable,
hay que abandonar su producción y con ello no quiero decir que abandonen a los
mineros y las zonas de minería a su suerte, pero el empleo en esas zonas tiene
que venir de otros ámbitos, si no lo que se traduce es en que el resto del
estado está subvencionando a todo un sector, perdiendo dinero para que alguno
mantenga su sueldo. Resulta más barato y eficiente comprar el carbón de mayor
calidad.
En cuarto
lugar y ya por último están las centrales de ciclo combinado. Estas centrales
utilizan gas natural para generar energía. Son eficientes y menos contaminantes
que las que utilizan petróleo. Fueron la clara apuesta en los últimos años,
tanto por gobiernos del PSOE como del PP. Pero al ser las últimas que aportan
al sistema, muchas veces se ven obligadas a trabajar por debajo de su
capacidad, no siendo necesaria mucha de la capacidad energética que podrían
fabricar. Así que solemos tener parte de estas centrales infrautilizadas, lo
que se traduce en mayores costes. Además trabajan con materia prima importada,
el gas, y depende de las variaciones de precios internacionales. Añadido que
con la crisis, el consumo eléctrico ha bajado y España tiene sobrecapacidad de
generación en algunos momentos, y estas centrales están paradas.
Este es el
contexto general del mercado eléctrico en España. Ahora vamos a lo que ha
pasado este último trimestre (las subastas se realizan cada 3 meses y se
establece el precio para los 3 meses siguientes). A la subasta se presentan las
empresas que generan electricidad de las maneras explicadas y con sus
diferentes precios de generación, de ahí sale el precio que pagamos por toda la
electricidad, por tanto es obvio que el precio va a depender de que fuente
energética esté aportando más o menos. En esta última subasta, confluyeron dos
factores:
·
El meteorológico. Estaba siendo un invierno seco
y sin viento, por tanto el aporte de las renovables era bajo, lo que provocó un
uso mayor del esperado de las centrales de ciclo combinado que ante este
aumento inesperado de su uso han tenido que comprar más gas natural, en un
contexto en el que todo el mundo tenía que comprar gas (es invierno,
calefacciones de gas natural, etc) y el precio sube.
·
El político. Estamos a punto de cerrar el año
fiscal y el gobierno tiene el problema de que va a superar su previsión de
déficit, por tanto en noviembre anunció que no se iba a hacer cargo de los 3.000
millones que le tocaba pagar a las eléctricas en concepto de déficit de tarifa
que asciende ya a más de 30.000. Desde entonces, las eléctricas, empezaron a
usar lo que estaba en su mano para inflar el precio de la subasta y así cobrar
esos 3.000 millones a través de la factura al consumidor (ojo, el consumidor y
el contribuyente es la misma persona, al final pagaremos los mismos lo mismo) y
de ahí vino la suspensión de la subasta de diciembre.
Con todo esto ya va siendo hora de sacar conclusiones. Seguramente la subasta está bien anulada puesto que no se han producido las condiciones para que fuera legal. Pero el problema no está para nada solucionado con la subida del 2,3% del gobierno. Es más, seguramente provoque un aumento del déficit de tarifa que provocará o un aumento del precio en la subasta de abril o que el estado tendrá que hacer frente mediante la deuda pública y entonces lo pagaremos vía impuestos (como apuntaba ayer José Carlos Díez en La Sexta Noche), pero lo siento amigos, pero se pagará. Resumiendo, los problemas son:
- El precio distorsionado durante décadas produjo un consumo mayor del eficiente y el aumento del déficit tarifario.
- - La apuesta (yo creo que correcta) por las renovables genera inestabilidad en el sistema y que España tenga que comprar energía a precio caro, en momentos de escasez de factores meteorológicos.
- - La moratoria nuclear reduce el peso de la energía nuclear, una de las más baratas y constantes.
- - La poca transparencia del gobierno con las empresas eléctricas. Un extraño oscurantismo rodea a estas empresas, empresas que contratan a políticos, seguramente, como pago de otros favores; unido que al coincidir las empresas generadoras de electricidad con las comercializadoras, éstas no tienen ningún interés en difundir el coste de generación de la energía en cada caso, dando solo un dato general.
- - Motivos políticos y de presión que hacen que por apaciguar a unos mineros, muy representativos eso sí, que consiguen muchos apoyos entre la gente, seguramente porque nadie les ha explicado lo que pagan más en su factura por mantener el consumo de un carbón ineficiente. Por tanto el gobierno toma la errónea decisión de subvencionar este sector.
La verdad que viendo que muchos de los problemas del mercado eléctrico vienen generados por la intervención (mala) del estado, uno se siente tentado a dar la razón a los neo-con y decir que casi mejor que el estado no intervenga que solo perjudica las cosas. Pero aún no nos rindamos, el verdadero problema es una mala regulación que viene determinada por servir a unos grupos muy determinados e intereses muy determinados (hoy de las empresas eléctricas y antes del gobierno por perpetuarse en el poder o entrar en el euro) que ha llevado a decisiones erróneas y generar problemas que hoy tienen difícil solución. La futura regulación debería pasar por introducir medidas que favorezcan la transparencia en el sector (auditoria externa), que haya una competencia real entre empresas que implique una bajada del coste de generación de energía, que se elimine la norma del carbón español (obviamente acompañada de otras medidas para impulsar el empleo en esas zonas), el reconocimiento del déficit de tarifa y su pago pero en un futuro, pero siempre siempre hay que tener presente que el precio reflejado de la energía tiene que ser el que cueste realmente producirla, para no volver a caer en el problema de volver a despilfarrar electricidad por tener un reflejo que no era real para el consumidor, el precio. Esto todo no es algo que se haga en dos días, por eso aventuro que para la próxima subasta estaremos hablando de más de lo mismo.